sábado, 20 de mayo de 2023

Pablo Iglesias desvela la estrategia de Ayuso y la derecha madrileña


ETA, ETA, ETA o la ilegalización de partidos catalanes

4 min
Isabel Díaz Ayuso

El 1 de septiembre de 2021, en mi primer artículo de prensa tras dejar todas mis responsabilidades políticas, escribí esto: “El PP y Vox podrían acabar ilegalizando a Bildu y a los independentistas catalanes… A la ultraderecha no solo le sobran 26 millones de ciudadanos; también le sobran buena parte de sus opciones electorales. Esas medidas de excepcionalidad contarían con importantes apoyos en los sectores dominantes del poder judicial, en muchos sectores del poder económico y en los poderes mediáticos de Madrid. Lo que puedan decir en el futuro las instancias jurisdiccionales europeas no detendría, en ningún caso, la estrategia de involución democrática que conviene al bloque reaccionario. De hecho, esa misma dinámica de involución puede darse también en otros países europeos, empezando por Italia”

El pasado jueves, en la tertulia que presenta Xavier Fortes de TVE, el director adjunto de La Vanguardia, Enric Juliana dijo: “Díaz Ayuso representa hoy un liderazgo muy importante de un segmento de la derecha española… después del 28 de mayo se sabrá cómo queda… Pero ella pone sobre la mesa, junto con Vox, el escenario de abrir la vía de la ilegalización de partidos y lo digo en plural porque después de Bildu vendrían otros con una nueva metodología para reconfigurar el cuadro político. En España la ley electoral no se puede cambiar en lo sustantivo porque habría que cambiar la Constitución. Puesto que esa vía no es fácil, se podría modificar el cuadro de partidos mediante la eliminación de algunos de ellos dejándolos fuera de la competición... Esto no es anecdótico como tampoco lo es que haya diferencias de criterio dentro del PP. El asunto clave no es que Ayuso sea más temperamental que Feijóo. Hay un planteamiento de fondo importante que consiste en modificar el cuadro de la política española sobre la base de la eliminación de partidos políticos. Que sean declarados ilegales y que no puedan acudir a las elecciones. Después de Bildu vendrían otros y vendrían partidos políticos catalanes. Se trata de despejar el panorama. José María Aznar, en un coloquio con el alcalde de Madrid, dijo que el PSOE solo puede gobernar España con Bildu y con los independentistas catalanes. Podría haberlo dicho de otra manera: estamos condenados a estar en la oposición mientras este esquema esté presente. Solución: ilegalizamos a los independentistas catalanes y a los vascos”.

Las elecciones del próximo día 28 son mucho más que unas municipales y unas autonómicas. Son, por el contrario, una etapa crucial en la reconfiguracion del poder político en el conjunto del Estado. ETA, ETA, ETA repiten sin parar las derechas políticas y mediáticas. Saben que una de las consecuencias de su estrategia discursiva puede ser una victoria histórica de Bildu en Euskadi y Navarra que, con el apoyo de Podemos y a la espera de lo que hiciera el PSOE en esos territorios, estaría desafiando la hegemonía histórica del PNV en la comunidad autónoma vasca y haría de los abertzales la fuerza hegemónica de la izquierda en Pamplona, según dicen las encuestas. Pero eso a la derecha le da igual, del mismo modo que le da igual ser un actor marginal en la política catalana.

En la era trumpista de la política española, Catalunya y el Pais Vasco son solo dos graneros para los relatos del nacionalismo español más reaccionario. Los escuadristas hinchados de esteroides de desokupa gritando "puta Ada Colau", del mismo modo que los escuadristas con carnet de periodista del oligopolio mediático que repiten ETA, ETA, ETA desde las televisiones, son solo piezas menores del engranaje de una operación de estado que cuenta también con piezas judiciales, policiales, militares y económicas.

Feijóo quizá sepa que España no es Madrid, pero desde luego ha comprobado que España no tiene nada que ver con Galicia y que las navajas de la corte que dieron buena cuenta de Casado, en 48 horas, podría dar buena cuenta de él en el mismo tiempo.

Madrid es el enclave donde ningún periodista se atrevió a ponerle cara ni hacerle una pregunta al empresario que cobró una mordida de más de medio millón de euros como comisionista de mascarillas, mientras morían centenares de ancianos en plena pandemia. Era el hermano de la presidenta Ayuso y con la mafia, en Madrid, no se atreve cualquiera. Unos tipos capaces de arrojar por la ventana de Génova la cabeza guillotinada de Casado y lograr victorias electorales mientras nadan en corrupción, no son unos adversarios fáciles. Gramática parda, y navajas españolas en la corte madrileña; "Dominican don’t play", parece que le dice MAR por el pinganillo a IDA. Ciertamente, Madrid es la hostia; no hay manera de hacer política sin asumir que hay que dar y recibir muchas hostias.

Pero, a veces, el miedo y la suerte cambian de bando. Es buena noticia que, desde ambientes liberales, algunos se vayan dando cuenta de que, en estos tiempos, toca defender la democracia sin contemplaciones con los fascistas.

Pablo Iglesias es doctor en ciencias políticas por la Universidad Complutense de Madrid, ex secretario general de Podemos y ex vicepresidente segundo del gobierno español

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