¿Qué son los acuerdos de Minsk para la paz ucraniana?
Los Acuerdos de Minsk son dos pactos que se firmaron
en 2014 y 2015 para poner fin a la guerra en el Donbás, en el este de Ucrania
Encuentro en Minsk del presidente bielorruso y
los representantes del cuarteto de Normandía en febrero de 2015. Fuente:
Presidencia de Rusia (Wikimedia Commons)
Los acuerdos de
Minsk son dos pactos firmados en 2014 y 2015
por representantes de Ucrania, Rusia, la República Popular de Donetsk (RPD) y
la República Popular de Lugansk (RPL) para poner fin a la guerra del Donbás, en
el este de Ucrania. Estos tratados se negociaron bajo el auspicio
de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y tenían como objetivo principal el alto al fuego entre el Ejército ucraniano y las fuerzas separatistas
prorrusas de la RPD y la RPL.
El primer
acuerdo, conocido como Protocolo de Minsk,
pretendía detener la contienda de forma inmediata, mientras que el Minsk II surgió
como respuesta a ese fracaso. Este segundo pacto contó con la mediación de
Francia y Alemania y la ratificación del Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas. Además del alto al fuego, el acuerdo promulgaba la concesión de un
estatus especial a las regiones de Donetsk y Lugansk y la retirada de las
tropas y del armamento ruso. Sin embargo, las discrepancias en las interpretaciones del
acuerdo han dificultado su cumplimiento.
Un alto al fuego condicionado al
autogobierno del Donbás
La guerra del Donbás se originó en noviembre
de 2013, cuando miles de manifestantes protestaron en Kiev contra la decisión
del presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, de suspender la firma de los
acuerdos de asociación y libre comercio con la Unión Europea. Las protestas
nacionalistas y europeístas provocaron la destitución de Yanukóvich y, a su vez, el
levantamiento de las comunidades rusas de la península de Crimea y del este de
Ucrania. Rusia aprovechó la situación para anexionarse Crimea en marzo de 2014 y apoyar a las
milicias separatistas de Donetsk y Lugansk.
El avance
del conflicto precipitó las negociaciones
diplomáticas. La primera iniciativa fue el Grupo de Contacto Trilateral sobre Ucrania.
Este grupo se formó tras la elección de Petró Poroshenko como
presidente ucraniano y aglutinó a delegados de Ucrania, Rusia y la OSCE.
Poroshenko impulsó un plan de paz que promovía el fin de los
combates, la liberación de los rehenes, la amnistía de los combatientes y una
descentralización que asegurara el autogobierno y las elecciones en las
provincias del Donbás. La propuesta contaba con el beneplácito de Moscú, aunque condicionaba su
respaldo a la presencia de los rebeldes prorrusos en las conversaciones.
Francia y Alemania,
clave en la negociación
Pese
a la oposición inicial de Kiev, el Grupo de Contacto Trilateral tuvo sus
primeras reuniones con los separatistas a finales de julio en Minsk, capital de
Bielorrusia, para cesar las hostilidades. Esto se consiguió en septiembre de
2014 con la firma del Protocolo de Minsk. El documento constaba de doce partes
y se asemejaba al plan de Poroshenko. Sin embargo, ambas partes violaron el alto al fuego durante
las semanas posteriores, lo que obligó a redactar un memorándum que aclarase la implementación
del pacto. Este memorándum incluía la creación de una zona desmilitarizada en
la frontera o la retirada del armamento pesado ruso. Pero el estallido de la segunda batalla del Aeropuerto Internacional de Donetsk a
finales de mes acabó con cualquier esperanza de detener los combates.
En
busca de alternativas, la fórmula escogida para retomar las conversaciones fue
el cuarteto de Normandía. Este grupo, formado por
Rusia, Ucrania, Francia y Alemania, guio las negociaciones que desembocaron en
la firma del Minsk II en febrero de 2015. El
nuevo pacto contaba con trece partes y profundizaba las disposiciones del anterior.
La aprobación del Minsk II detuvo los combates más sangrientos en el frente,
pero las interpretaciones contrapuestas de rusos y ucranianos han dificultado
su aplicación.
¿Un punto de partida
para el final del conflicto?
Los
acuerdos de Minsk son impopulares en Ucrania: apenas un 12% de la población apoya su
implementación. El estatus especial de Donetsk y Lugansk resulta sensible para
el Gobierno ucraniano, que quiere restablecer su control sobre estos
territorios antes de otorgarles un mayor autogobierno. Rusia, por el contrario,
considera que no es parte directa del conflicto y que, por tanto, no está
obligada a cumplir con los pactos.
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