Hay cosas en España que no se deben decir
El Vicepresidente del Gobierno de España, ha tuiteado una noticia
que rebota como una piedra en el pozo seco de la comunicación en España:
"Todo el mundo sabe –ha escrito- quién fue Miguel Ángel Blanco y está bien que así sea. Pero
pocos saben que, tal día como hoy, a Yolanda González, militante de izquierdas
de 19 años, le hizo lo mismo Emilio Hellín, un terrorista de ultraderecha.
Hellín trabaja hoy para Cristina Cifuentes."
Pocos
conocen a Yolanda González. Los mismos que quisieron hacer con el vil asesinato
de Miguel Ángel Blanco caja electoral se han encargado de que la olvidemos.
Desde que murió Franco, en España hubo un decreto secreto que
decía que íbamos a tener muertos de primera y muertos de segunda. Que los
asesinados por Franco o, ya desaparecido Franco, por sus seguidores, merecían
lo que les pasó. A Ortega Smith hay que agradecerle su sinceridad, porque por lo
menos dice lo que el ABC o el Mundo o la Razón o Antena 3 piensan y callan. Los
asesinados en nombre de la izquierda o del independentismo eran los únicos que
merecían nuestro recuerdo.
La cárcel sirve para reinsertar a los presos. Hace falta verdad y
restitución, que reclaman previamente arrepentimiento. La derecha de este país
no se ha arrepentido nunca de nada. Y ahí está un ultraderechista trabajando
para los que no ven repugnante contratarle.
El control
de los medios de comunicación, de muchos colegios y universidades privados, de
muchos think tanks, de muchas editoriales que publican libros donde se escribe
la historia que se enseña en las escuela, les ha permitido continuar su farsa.
Esa que explica por qué durante cuarenta años, España
ha sido el único país de Europa donde podías ser demócrata sin ser
antifascista.
Que
es lo que permite que el líder del PP siga siéndole habiéndole pillado
robándose un máster, que siga siéndolo de un partido que formó una policía
política para perseguir a los adversarios, que siga siéndolo de un partido
corrupto que robó dinero a los españoles para ir con ventaja a las elecciones.
Esta farsa
hace aguas. Es entonces cuando financian a otros partidos aún más encanallados
que pueden decir una cosa y la contraria porque no hablan a la gente normal,
sino a hooligans parecidos
al tipo con la piel de bisonte y los cuernos que entró en el capitolio.
Pablo Iglesias, es el político más atacado en España desde,
seguramente, tiempos de Azaña, Negrín y Largo Caballero. Y ha decidido que
quiere hablar claro. Porque ya bastante es que digamos que vivimos en
democracia mientras los fondos buitre, las agencias de calificación, los
bancos, las grandes inmobiliarias o las empresas armamentísticas se atreven a
dictar políticas contrarias a las que presentan los partidos a los votantes en
las elecciones.
Ha
dicho Pablo Iglesias que Villarejo claro que es un corrupto, pero no es un
operador político, sino un operador mediático. Y que por eso se ha sentado con
Inda, con Urreiztieta, con Ferreras. Porque sus trucos tienen que salir en
televisión para que sean eficaces. Luego se reúnen con la Fiscal General del
Estado en secreto. Pero todo está relacionado.
Ha dicho
Iglesias que En España hay una estructura de concentración del poder mediático
enorme en manos de empresas privadas con intereses privados. Es decir, que no
son un contrapoder, sino el poder reafirmado todos los días y en cada boletín
informativo.
Ha dicho Iglesias que
si la información es un derecho, no puede ser solamente un privilegio de los
millonarios. Porque la verdad es que solamente los millonarios pueden tener
televisiones, radios, periódicos y comprar espacios en las redes sociales. Y
también que va contra la democracia que los bancos y los fondos de inversión
sean dueños de los medios. Porque entonces, los medios ya
no dicen la verdad, sino lo que conviene a sus propietarios. Y ha dicho que la
democracia tiene que impedir que los ricos vacíen la democracia controlando la
información.
Y ha dicho
que quien amenaza a un periodista no es un político de izquierdas: quien
les amenaza el que les puede despedir. Que es ese banco y ese fondo de
inversión y sus vinculaciones políticas. Que están en la cabeza del periodista
cuando escribe o cuando está en una tertulia.
Ha dicho Iglesias que
el PNV siempre ha tenido al diario Deia y a la
radio y televisión vascas; el PSOE el País, la cadena SER o el plural; el PP,
Ciudadanos y VOX, prácticamente todos los demás medios de España. Hay, por
supuesto, ex diputados del PP dirigiendo periódicos y muchísimos ex diputados
en las tertulias y ejerciendo como columnistas. Claro que hay puertas
giratorias entre los medios y la política bipartidista.
Y resulta que a la patronal de los medios, que dice que es la
asociación de los periodistas, ahora les molesta un periódico, La última hora,
que ha nacido en defensa propia. Pues si molesta a los poderosos, hay que
recomendar que se suscriba mucha gente. Y cuanta más gente se suscriba, más
calidad tendrá.
Escuchaba el
otro día la historia de Samuel Patti, un profesor respetuoso con el Islam, que
enseñó en clase una caricatura de Mahoma después de invitar a los alumnos
islamistas que lo quisieran se salieran de la clase. Quería discutir con sus
alumnos sobre libertad de expresión. Un islamista radical le decapitó. Francia
le rindió honores. Pero cuando quisieron poner su
nombre a un instituto, los padres y profesores de ese instituto se negaron.
Decían que era una provocación. Cada vez que nos callamos, es una palada en
contra de la democracia. Y cuando dejen de atacarnos, será porque ya no les
hacemos daño.
Ha dicho Pablo Iglesias que no puede morirse gente porque las
farmacéuticas quieran ganar más dinero con las vacunas contra la COVID. Dice la Constitución
que se puede tomar una empresa cuando su avaricia mata españoles. Y que eso
vale también para los alquileres. Hay cosas en España que, parece, no se deben
decir.
Hay que ver qué mala persona es Pablo Iglesias. Los medios siempre
han dicho que los malos eran los indios.
fuente público Juan Carlos Monedero
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