Análisis de la novela "Un Mundo Feliz", de Aldous Huxley
Enviado por Hosny Kaddaffy Bermeo Jay
1.
Introducción
2.
Resumen
4.
Bibliografía
Introducción
Un
mundo feliz, novela del reconocido escritor inglés Aldous Leonard
Huxley, fue publicada por vez primera en el año de 1932; es considerada por
muchos críticos como su obra cúspide. Perteneciente al género de la ciencia ficción,
está ambientada en una civilización futurista utópica.
Al
examinar la forma y el contenido de una obra literaria no solo basta con leer
la obra en sí. El análisis de una obra es
en esencia el análisis del escritor, Borges dijo que lo que escribiría ya lo
había hecho. Y al hacer ese examen mencionado, como no recalcar en la familia Huxley.
Siendo, quizás, una de las familias más influyentes intelectualmente en la Edad
Contemporánea, resulta más que adecuado una breve contextualización del núcleo
familiar de nuestro reputado autor.
Su
abuelo fue el biólogo Thomas Henry Huxley, férreo defensor de la Teoría de la Evolución de Charles R. Darwin; que contribuyó enormemente a la
aceptación de la misma en Inglaterra. Su padre, Leonard Huxley, fundó
aquella semilla literaria que moldearía más refinada, más cuidadosa, más simple
el propio A. Huxley. Sus hermanos Andrew y Julian, compartirán idéntico interés por la ciencia; y representarían
una gran influencia en las obras de Aldous. Es, entonces, apreciable la manera
de cómo, a través de la inminente e innata atracción de su sangre a lo desconocido e innovador, se
formaría la naturaleza y el
espíritu de una suerte de profeta.
Una
suerte de profeta; sí, eso es lo que es Huxley. ¡¿Pero cómo?! ¿Un profeta que
yerra? No necesariamente; Huxley nos advierte que sus pronósticos de 1932,
quizás, no demuestren todo lo que ha de suceder en la caprichosa época en la
que viva el apreciado lector. Pero, sin embargo, explica la temática propia de
Un mundo feliz; la temática no son los avances científicos y las modernas
tecnologías que se desarrollan ni siquiera lo es el eminente futuro sea ora
bueno, ora malo, ora utópico, ora distópico. No, la temática nada tiene que ver
con lo anterior; la temática es en realidad una crítica acerba a la sociedades actuales y,
yendo aún más lejos, es una crítica al propio hombre y a todas sus
construcciones, mas no a las construcciones en sí.
Huxley
se refiere a lo que él ha denominado como la última revolución. Revolución que será la más
importante por encima de cualquier otra revolución; porque surgirá en el interior,
en el alma, de cada individuo, porque se
proyectará al problema de la felicidad. Pero, para ser realmente felices
deberemos de abandonar nuestro libre albedrío, nuestras aspiraciones,
decisiones, creencias, ilusiones; es decir, nuestras desgracias como se exponen
en la obra. Abandonarlas a favor de una ciega felicidad, de un amor a nuestro destino,
a lo que inevitablemente hemos sido predestinados.
Esta
revolución solo será posible a través del uso de la ciencia, ciencia que
implantará sin coerción alguna en lo más recóndito e ínfimo de las personas una
única creencia; creencia que aunque sea disparatada no busca si no más que la
completa dicha y goce de todos los individuos de la sociedad. En Un mundo feliz,
la política no tiene cabida; la economía carece de
importancia por cuanto los recursos abundan; la crítica al orden
social es una obscenidad; las obscenidades dejan de serlo en cuanto no atenten
con el orden preestablecido; la decencia, fidelidad y compromiso no son más que
amargos recuerdos de un oscuro y pérfido tiempo. El objetivo es simple: la
estabilidad.
A
pesar de que parezca ridículo que en algún momento lleguemos a sentirnos
felices haciendo algo que inevitablemente debemos hacer; a pesar de no tener
que importarnos nada de la política y la economía. A pesar de aceptar hechos
indecorosos y renunciar a nuestra lealtad y sentimientos. A pesar de todo,
decía, una observación guiada por
el autor nos muestra cuan cerca estamos de lo
ridículo: Gobiernos totalizadores dominan las masas; la ciencia, siempre que no
la dirijamos a nuestra propia autodestrucción con bombas nucleares o guerras armamentísticas,
suministrará eficazmente los recursos necesarios para las siguientes generaciones;
la ética ha sido deformada
y su fruto es un hijo que se modela a antojo de la insaciable sociedad, y que
no busca más que el escape de un cada vez más asfixiante encierro del hombre.
¿Es, pues, que nuestro mundo se transformará en la locura de Un mundo feliz?
Quién sabe
pero como dijo Huxley: Usted es quien paga con su dinero, y puede elegir a su
gusto.
OBJETIVOS
Objetivo
general
·
Analizar una obra literaria, mediante la aplicación de los
distintos conocimientos aprendidos y habilidades adquiridas en el transcurso de
la asignatura Expresión Oral y Escrita, con la finalidad de desarrollar y
potenciar las capacidades analíticas, literarias y críticas en el estudiante.
Objetivos
específicos
·
Identificar el contexto en el que se ha escrito una obra
literaria.
·
Determinar el tema desarrollado en la obra mencionada.
·
Realizar conclusiones debidamente relacionadas con el tema y
basadas en el análisis eficaz del contexto y el contenido.
ESQUEMA
Resumen
La
futurista utopía de Un mundo feliz se desarrolla en un nuevo orden global
conocido como el Estado Mundial,
surgido como solución a la inestabilidad y caos que se presentó en la Guerra de los nueve
años, alrededor del año 141 d. F. [Después de Ford]. En la Guerra de los nueve
años, acaecida por consecuencia de una gran catástrofe económica, las potencias
de ese entonces se vieron obligadas a decidir entre un dominio mundial o un inevitable e
insalvable colapso. En el recién fundado Estado Mundial, uno de
los principales aspectos que fue estrictamente regulado, y en cierta parte
hasta restringido, fue la ciencia. Las personas se encontraban en una
encrucijada, por una parte la libertad junto con la
ciencia pero además acompañadas de múltiples desequilibrios y alteraciones; y
por otro lado el gozo de una relativa situación estable pero desprovistos de la
posibilidad de hondar más profundo en materias y conocimiento de lo que
se les permitía. La opción fue la de gozar de una paz, aun a pesar del abandono
a la ciencia; de esta manera, la realidad pasaba a no ser más que el resultado
de lo que se disponía. Pero, pese a todo, había algo que prometía esta guisa de
sociedad: la felicidad. El único modo de que alguien sea feliz es que ame
realmente lo que hace; sin embargo, amor lo que se hace no es nada fácil para
un individuo y ni se diga como labor de un gobierno. Fue ante esta dificultad que el
nuevo orden implementado hizo uso de unas renovadas y transfiguradas ciencias y tecnologías
orientadas al control de la reproducción humana, técnicas referentes a la sugestión
denominadas en conjunto como hipnopedia, y a la producción de un eficaz
sustituto inocuo del alcohol y de otras
sustancias estupefacientes que se llamó soma.
Los
seres humanos en Un mundo feliz no son libres de decidir sus destinos, sino que
cada uno es predestinado a cumplir un rol específico en la sociedad. Son
considerados como los elementos de una macroestructura, a similitud de una
línea de ensamblaje de una fábrica. Y esta relación no es una coincidencia,
porque los habitantes y el mismo Estado Mundial son herederos de un hombre en
particular: Henry Ford, empresario estadounidense
fundador de la Ford Motor Company, quien fue el primero en
emplear de manera generalizada las técnicas inherentes al sistema industrial. Es, precisamente, el
año en que fue creado el primer automóvil Ford cuando el calendario del nuevo
orden tiene su origen; es decir, alrededor del año de 1908 d. C. Ford en Un
mundo feliz ha llegado a representar todos los logros alcanzados por el
imponente gobierno totalizador; su influencia es tal que se mezcla con
vestigios de lo que alguna vez fue una religión, hasta como sustituir a la cruz
cristiana por la famosa T de su clásico vehículo.
La historia transcurre, específicamente, en
el año 632 d. F. El ingreso de una convención de unos jóvenes estudiantes alfa
(Término que se usa para indicar el nivel social al que pertenece una persona) juntos a Thomas, director de
Incubación y Condicionamiento al Centro de Incubación y Condicionamiento de la
Central de Londres nos revela una panorama general de cómo sucedían normalmente
las cosas. El edificio de un color gris melancólico invitaba a los
visitantes tristemente a su interior, un por debajo del nombre de la construcción se apreciaba
un escudo en donde se veía inscrito el lema del Estado Mundial: Comunidad, Identidad, Estabilidad.
En
el interior se observaba todo un complicado complejo de tecnología dedicado a realizar técnicas
reproductivas, por aquí se veía a cientos de trabajadores enfrascados en sus
labores de fecundación, por allá una
cinta de longitud infinita transportando unos aún más infinitos tubos de ensayo, por acá unas
extrañas máquinas vibradoras que
producían estrepitosos sonidos. Las explicaciones por su parte corrían a cargo
del director de Incubación y Condicionamiento, mientras que los estudiantes
apresuradamente escribían ininteligibles signos que se
correspondían a algo que por acaso ellos entendían.
Entre
las técnicas reproductivas que se utilizaban estaba el método conocido como Bokanowsky, este
consistía en la modificación del normal desarrollo de un
embrión que por lo general se subdividía progresivamente en 2 células a las 30 horas, unas 16 al 3 día;
sin embargo, usando las técnicas se podía obtener de un embrión no células que
formarían parte de un futuro individuo sino células que formarían cada una de
ellas un individuo distinto. Estos avances habían permitido obtener una marca límite de unas 96 divisiones por
embrión, aunque el promedio solía ser alrededor de unas 72 células.
Magistralmente se describen experimentos que alcanzaron marcas superiores a 16 000.
En
el Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres, los
trabajadores según su predestinación se clasificaban como fecundadores,
predestinadores, matriculadores, forradores, etcétera. Cada uno de estos se
dedicaba a funciones específicas,
un error en su labor y se originarían alteraciones irremediables y
desestabilizantes para la sociedad.
Los
individuos pertenecían a una de las siguientes categorías: Alfas, Betas,
Gammas, Deltas y Epsilones. A su vez se subcategorizaban en más (+) o menos
(-). Un Alfa era lo más cercano a lo que conocemos como una persona que tiene
medianamente sus derechos y libertades,
aunque en realidad como todos se encontraba limitado por las imposiciones
sociales; los Betas, eran personas que tenían algunas libertades y privilegios
pero menor a los de los Alfas; un Gamma era alguien destinado a trabajos
físicos; los Deltas a semejanza de los Gamma se dedicaban a trabajos pero más
duramente; los Epsilones, por último, eran los de posición social más baja y su
labor era destinada a las actividades más difíciles, peligrosas y
desagradables.
Entre
los miles de empleados del Centro, se encontraba Henry Foster, el prototipo de
un Alfa, que describía con precisión a los estudiantes los métodos que se aplicaban. Después de las
descripciones hechas, el grupo formado por los
alumnos y el director de Incubación y Condicionamiento abandonaron la Sala de
Decantación y a Foster.
Su
próximo destino, la Guardería Infantil: Sala de Condicionamiento
Neo-Pavloviano, se anunciaba con un rótulo en la entrada tal como lo había
hecho el edificio en su momento. Mientras estaban en la sala fueron
espectadores del método Neo-Pavloviano, creado como herramienta para la
sugestión.
Niños
vestidos de color caqui, niños Delta, pasaban de
un lugar a otro conforme se sometían a las diversas técnicas; en un instante se
los hacía ver libros repletos de imágenes de flores y colores, y al otro instante se les sometía a
descargas eléctricas con el objetivo de que asociarán el campo, los soles y las
flores como algo que deberían odiar. De esta forma se podía controlar a las
masas antes de que sea capaz siquiera de revelarse ante una injusticia o
locura; se podía inducir pautas y sesgos en cada una de las clases sociales para
que actúen de una manera determinada, con la finalidad de mantener el progreso
y estabilidad del nuevo orden.
Además
los niños ya no eran criados por sus padres, sino que eran enviados a Centros
de Condicionamiento del Estado; en donde a parte del método Neo-Pavloviano,
eran sometidos a una técnica denominada hipnopedia. La hipnopedia era un modo a
través del cual se podía enseñar y sugestionar durante el sueño. El
descubrimiento de este mecanismo fue de manera accidental, alrededor del 68 d.
F, después de unos 23 años del diseño del modelo T. Una noche los
padres de un niño, Reuben Rabinovich, dejaron encendida la radio; al despertar su hijo recitó
exactamente un discurso de George
Bernard Shaw, uno de los pocos escritores cuyos libros no habían sido
prohibidos. Sin embargo, su hijo no tenía al menos ningún conocimiento de la lengua inglesa; este
detalle llamó la atención de los
investigadores y conforme se perfeccionó, pues, en algunos casos a pesar de
recitar exactamente lo que se les inducía no entendía lo que decían, se
generalizó su uso por el 214 d. F.
Posteriormente
el grupo salió a inspeccionar a fuera, en el jardín, en donde se veía por aquí
y por allá cientos de niños que corrían libremente sin ninguna restricción.
Niños que jugaban a juegos tan extraños
como uno llamado la Pelota Centrífuga; juegos que no podían ser inventados sino
usaban tantos aparatos y tecnologías como el juego más sofisticado
que existiese. Niños que desnudos, y en parejas, tríos o cualquier variedad de
grupo, se dedicaban a realizar manifestaciones marcadamente sexuales e
inclusive a verdaderas obscenidades, o atrocidades, si hubiesen estado en otro
país que no fuese Un mundo feliz. Tal era el panorama que se observaba, y de
entre los matorrales, sorpresivamente, salió una enfermera que traía a un niño
que lloraba. La razón de llanto era que el niño se mostraba reacio a participar
en los corrientes juegos eróticos, como se denominaba en conjunto a estas
prácticas. Detrás de ellos apareció una niña que aseguraba que no había
intentado lastimarlo como aseguraba el otro pequeño.
Ante
el espectáculo que se les presentó el grupo de estudiantes fue informado por el
director de Incubación y Condicionamiento que antes de que se estableciese el
Estado Mundial, lo que en ese tiempo correspondía a la regla, en otro era
reprimido y castigado. Al oír esto, los alumnos estallaron en risa; no podían
imaginar cómo y porque se restringirían estos actos. Continuaron por el mismo
derrotero, de la misma manera burlona y sarcástica para con la historia, hasta
que una voz grave, frente a una pregunta referente al tema, anunció: Los
resultados eran terribles.
Era
nada menos que uno de los diez Interventores Mundiales del Estado Mundial, los
Interventores eran Alfa-Doble-Más que eran los únicos que podían decidir el
rumbo del nuevo orden. Su Fordería Mustafá Mond, Interventor Residente de la Europa Occidental, era
como debía de ser un Alfa-Doble-Más: alto, fuerte, inteligente. Aunque se
habían corrido rumores de que tenía ciertos libros prohibidos, el director de
Incubación y Condicionamiento, Thomas, escuchó atentamente lo que comentaba.
Una patraña es como calificó a la historia el interventor, una patraña que, sin
embargo, debía de conocerse. Les explicó que alguna vez los niños nacían de su
madre, eran vivíparos, una verdadera obscenidad en Un mundo feliz; que los
individuos se agrupaban formando "familias", en donde se respiraba un
asfixiante olor y se soportaba un intransigente cuidado ante cualquier acción; les mencionó que
existía algo que se conocía como Romanticismo, que
las personas se "casaban", que se llamaban mutuamente esposos; y, lo
peor de todo, que se guardaban una ilógica fidelidad. Terminó su discurso con
una sentenciosa frase: Lo cierto es que todo el mundo
pertenece a todo el mundo.
Por
otro lado, Lenina Crowne, una Beta-Más, conversaba con una de sus amigas, Fanny
Crowne; cuyo apellido no era más que normal, pues, el número de nombres que se
repartía era limitado. El tema de su discusión era la poca promiscuidad de
Lenina durante los últimos tiempos; en particular, haciendo mención a que solo
había salido con H. Foster. Como solución a tal dilema, Lenina decidió que
podía aceptar la invitación de Bernard Marx, un Alfa-Más, para ir a una Reserva de
Salvajes.
Bernard
Marx no era lo que uno esperaría ver cuando se supone que es un Alfa-Más; más,
aún, es inclusive casi todo lo contrario a un Alfa, se parece en cierto sentido
más a un Gamma que a los de su misma clase. Pertenecía a la Oficina Psicológica, y era un verdadero
excluido social a pesar de que no lo era en el aspecto más radical. Su aspecto
era diferente al de los demás, era más bajo, menos fuerte y feo; debido,
quizás, a esta circunstancia su personalidad se había
formado muy introvertida, tímida y crítica con todo lo que se cruzará a su
paso. El Estado Mundial no era la excepción; Marx todo lo criticaba, todo lo
detestaba, había ciertamente un resentimiento con la sociedad por no aceparlo y
ese era el motivo por el que debía no estar de acuerdo con nada. No salía
generalmente con alguien, pues, nadie deseaba salir con él; solía preferir
estar solo antes de estar con alguna persona; y era un enemigo de exponer sus
asuntos a un nivel público. Había, empero, alguien con quien Marx si hubiese
deseado salir, alguien con quien a través de su proximidad y relación podía
reconciliarlo con todo; ese alguien era Lenina. ¿Qué si estaba enamorado Marx
de Lenina? No hay manera de saberlo. Pero su odio aumentaba considerablemente
cuando oía insinuaciones de otros hombres que habían estado con Lenina. ¡Ellos,
que hablaban como si solo fuese carne, ellos
unos idiotas! Marx deseaba realmente golpearles; deseaba expresar su rabia con
el rostro de ellos; deseaba vengarse en parte de ellos, en parte de él. Sin
embargo, había un impedimento: ellos eran más altos, más fuertes, más guapos.
Jamás aceptaría nada que no lo aceptase y lo incluyese completamente; y quien
sabe, quizás, jamás aceptaría nada que no lo aceptase y lo incluyese
completamente como el individuo más importante: como una verdadera encarnación
de la Perfección. Jamás lo aceptaría, ni siquiera al
soma. Detestaba al soma, tanto como a los demás, sabía que era una estupidez;
era un veneno que te sustraía de la realidad, manteniéndote joven pero
acortándote la vida.
En
el ascensor, mientras Bernard Marx se dirigía a sus labores, empequeñecido
entre altos hombres y escondido en un rincón, despreciado; de sorpresa,
apareció Lenina. Su entrada fue muy bien aceptada por todos los que se
encontraban ahí; en varias ocasiones había salido con cada uno de ellos.
Recordaba, por ejemplo, a George Edzel o a Benito Hoover poseedor de una gran
cantidad de pelo. Buscó y encontró a quien buscaba: a Marx. Lo llamó, esto
asombró a los que lo oyeron porque no entendían como Lenina pudiera buscarlo,
al acercársele le dijo que aceptaba la invitación a la Reserva para Salvajes
que le había hecho. El encuentro con Lenina puso a Marx muy nervioso, no podía
expresar sus sentimientos para con ella frente a los demás; pero Lenina no
tenía el tiempo ni el interés en discutirlo en privado, ya que inclusive el verdadero
motivo por el que le hablaba era para demostrar que era promiscua y no solo
estaba con Foster. Así que deteniéndose en la azotea lo abandonó, mientras a
sus espaldas dejaba una serie de "halagos" como que era muy "neumática" y era una
buena chica, para dirigirse a donde le esperaba, precisamente, Henry Foster en
un helicóptero para ir a jugar Golf de Obstáculos.
Bernard
sentía tal enfado por las oficiosidades que se las dedicaban a Lenina, que
durante el resto del trayecto del ascensor se mostró más antipático de lo
común. Decidió, al final, ir a visitar a su amigo Mr. Helmholtz Watson en la
Casa de la Propaganda.
Mr.
Watson, era un Alfa-Más, tenía un cuerpo esbelto, era agradable y guapo de
rostro, lucía un cabello negro rizado; en resumen era un clásico Alfa, tenía
muchas fanáticas que lo adoraban y lo definían como uno de los mejores. Al
igual que su amigo Marx, había algo que lo diferenciaba de los demás y, quizás,
ese haya sido la razón por la que los dos eran grandes amigos. Pero, también,
al contrario que Marx, esa diferencia no era física sino intelectual. Su reflexión lo
había hecho llegar a sentirse un individuo solo, que aunque no despreciaba al
orden, lo criticaba constantemente de manera subrepticia. Mientras platicaban,
Watson expresó su creencia de que ellos tenían algo más en su interior, algo
que podía surgir y levantarse, un impulso de creación y cambio que solo
esperaba salir. Y, a pesar de que Bernard comprendía de lo que hablaba, no le
prestó atención; y, con cierto deseo de ostentación propia, le mencionó de su
cita con Lenina, hecho que asimismo Watson atendió sin interés.
Lenina
por su lado juega golf durante toda la tarde junto con Henry en el campo del
Club de Stoke, al finalizar el día se dirigen al Club. Mientras están viajando
observan como los cuerpos de todas las clases: Alfas, Betas, Gammas
son incinerados y como sus residuos tiene el mismo valor sin importar
nada. Lo anterior deja a L. Crowne un poco perturbada, pues, creé que las
clases inferiores no deberían de ser igualmente de útiles que las de niveles
más superiores. Foster le explica que todos los individuos son, en composición química, idénticos entre ellos; y enuncia uno
de las sugestiones más arraigadas en su mente: Todo
el mundo trabaja para todo el mundo.
Después,
llegan al cuarto de Henry, donde ambos, con las debidas precauciones
anticonceptivas, se dedican a una interrelación personal de carácter sexual.
Más
tarde, Bernard cumpliendo con sus compromisos del Día de Servicio y Solidaridad, cuya asistencia es regular y
secuencialmente todos los jueves después de uno sin asistencia, se dirige a la
Cantoría Comunal de Fordson. En este servicio se forman grupos de doce personas cuyo objetivo es
experimentar la presencia de su pseudo-Dios Ford, se cantan himnos como el
Primer, el Segundo y el Tercer Himno de la Solidaridad. Marx, como es ordinario
en su actitud, piensa que esto es
una simple bobería y solo lo cumple para no ser excluido aún más de la
sociedad. Al final de todos los actos, se canta un cántico final el Canto
Orgía-Porfía con el que se cierre estas formalidades.
Los
preparativos para el viaje a la Reserva para Salvajes ya estaban listos, pero
Lenina no se sentía segura de sí debería ir con Bernard; pensaba que sería
mejor ir con otros hombres a lugares como el Polo Norte o de compras por Nueva York. La razón de ello
era que Bernard era una persona muy rara. Cuando habían salido por primera vez
no había aceptado ninguna actividad que se desarrollase en público. Detestaba
estar junto a otras personas, porque se sentía excluido, y más precisamente
diferente. Después de tantas presiones aceptaría a asistir a la resolución de
una llave de cuartos de final de un campeonato de lucha femenino; en este
lugar, se encontrarían con varios amigos de Lenina, hecho que detestaba y no
quiso hablar ninguna palabra con ellos. A su regreso por presiones de Lenina,
Bernard desespera y decide hacer lo que todos consideran que es lo correcto;
así que va a su cuarto y luego de tomar unas cuantas pastillas de soma se
entrega violentamente a ella.
Al
día siguiente, ambos se encuentran pero Marx actúa indiferente y le refiere que
no era su intención tener intimidad; sino, que quería estar más cerca y que
simplemente ella no le entendía. Aun así se dirige a validar su permiso para ir
a la reserva con el director de Incubación y Condicionamiento, le presenta el
permiso firmado por su Fordería Mustafá Mond para su verificación. Thomas lo observa,
y justo al punto de firmar el documento, se percata de que se trata de una
visita a una Reserva para Salvajes. Una Reserva para Salvajes es un lugar que
debido a su inhóspito ambiente o a otros
factores económicos, políticos o geográficos no ha sido civilizado. El director
de Incubación y Condicionamiento le relata a Bernard que una vez él, también,
había ido a una reserva junto a una joven muchacha Beta-Menos. Lamentablemente,
mientras exploraban el territorio, la chica misteriosamente desapareció y nunca
más la había vuelto a ver. Al darse cuente que le mencionó aspectos muy
privados de su vida, como manera para desorientarlo, le amenaza con enviarlo a
Islandia por su comportamiento insatisfactorio.
Bernard, sin embargo, supone que lo que le dice solo son intimidaciones y no se
convertirán en acciones verdaderas.
Así,
pues, emprende el viaje junto con Lenina a la Reserva para Salvajes de Nuevo
Méjico en lo que alguna vez fue Estados Unidos de Norteamérica. El Cohete
Azul del Pacífico los llevó hasta Santa Fe, en donde se hospedaron en un cómodo hotel hasta
el día de la salida a la reserva. Para ello, debió de obtener nuevos permisos
del Guardián de la Reserva, un Alfa-Menos. Este les indicó que la extensión
total era de aproximadamente unos 570 00 km2, divididos en cuatro sub-reservas.
Posteriormente, Helmholtz Watson llamó a Bernard para informarle que Thomas
está realmente decidió a buscarle un suplente a su cargo. A pesar de todo, se
recupera, y se reúne con el guía para su excursión.
La
excursión les permite conocer el pueblo de Malpaís, que estaba ubicado de
manera caprichosa encima de un accidente geográfico. Mientras exploran el
lugar, observan grandes cantidades de suciedad; basura desparramada por
allá; restos de algún festín por aquí y algún otro animal muerto por acá. Esto
es sorpresivo para Lenina, que estaba acondicionada para creer que la limpieza
acercaba a la fordeza y era propio de las civilizaciones. Luego, observan a un
viejo, con su piel arrugada, su falta
de ánimo y su cada vez más creciente inercia, y un montón de enfermedades que lo acongojaban. También,
se veía por otros lados a mujeres que obscenamente amantaban a sus hijos.
Después
de ver esas barbaries, se hallaron frente a un ritual tipo religioso. Se
encontraba un grupo de indios alrededor de una plaza, de la que se veían
emerger esculturas de águilas y representaciones de crucifixiones. En medio de
todo esto, se marcaba la forma de un indio que era sometido a latigazos por
otro indio más corpulento y vestido, quizás, de manera especial. Finalmente, el
indio maltrecho cayó y se extendió cuan largo era en el suelo; al instante, en el que los espectadores
huían apresuradamente.
Solos
quedaron Bernard y Lenina, interrumpidos de modo insospechado por un nuevo
indio, por el modo en que iba vestido, pero en contraste con su piel blanca,
sus ojos de color azul y sus cabellos que rozaban el color rojo del ocaso y el café del heno. El
muchacho se presentó, y les explicó que su deseo era estar en el lugar del
hombre que ha sido golpeado, porque de esa manera podía agradar a sus dioses:
Pukong y Jesús.
El
joven en cuestión se llamaba John, y los guio hasta donde se encontraba su
madre. Cuando llegaron al lugar vieron a una asquerosa india muy fornida, su
nombre era Linda; quien, besó y saludo a Lenina y Bernard a pesar de que ellos
sentían repugnancia por su aspecto.
Linda
les revela que su hijo había nacido en el pueblo de Malpaís, pero que ella
venía del Otro Lugar y era una Beta-Menos y su padre se llamaba Tomakin.
Bernard, en este momento, llegó a la conclusión acertada de que el padre de
John era Thomas, el director de Incubación y Condicionamiento.
Posteriormente,
Bernard y John pasean por el pueblo mientras conversan. John le cuenta cómo fue
su niñez, lo que tuvo que soportar durante niño, lo duro que fue que le
aceptasen a él y a su madre, y lo que aprendió. Recordaba que odiaba a todos
los hombres que venían a ver a su madre, en especial odiaba a un tal Popé. Los
detestaba porque consideraba que eran unos hombres malos, perversos, oscuros.
Una vez, había encontrado a Linda atrapada por un grupo de tres mujeres que se
quejaban debido al comportamiento promiscuo e indecente de ella; la tenían
agarrada de las muñecas y los tobillos, y la golpeaban mientras le gritaban.
Eso le enfureció y comenzó a llorar porque se dio cuenta de que la gente es
mala, de que un niño no puede hacer nada, de que era pequeño y no podía ayudar
a su madre. También, en una ocasión había intentado matar a Popé, tomó un
cuchillo y entró a la habitación donde estaba, y, justo en el momento en que
iba a dar el golpe más certero que esperaría dar en su vida, una mano fuerte y
mugrosa lo detuvo. Era Popé, lo había detenido; su mamá se enfureció muchísimo
y él lloraba por su incapacidad de cumplir su cometido. Los niños de vez en
cuando solían cantar canciones ofensivas contra Linda; y se burlaban de John
porque andaba con ropa rota, ya que su madre no era capaz de remedar un corte o
agujero. Empero, sin embargo, Linda era una buena madre a su modo; le había
enseñado a leer, algo que los demás niños ni siquiera sabían que existía; le
explicaba cosas, que aunque no las definía de manera adecuada y profunda,
despertaban su interés por el conocimiento y la
naturaleza; y, sobre todo, porque le contaba cosas sobre el Otro Lugar. Le
relataba como se tomaban medidas para la higiene y la limpieza en todos los
lugares; le hablaba de cómo se usaban helicópteros que surcaban los aires para
viajar velozmente de un lugar a otro; de cómo la gente se desempeñaba en sus
funciones y de cómo eran todos muy felices.
Ante
todas estas confesiones, Bernard, y considerando que puede ser una gran estrategia contra Thomas para evitar que
lo envía a Islandia, decide invitarlo al Estado Mundial. John, el salvaje,
acepta la invitación y la extiende para su madre; que con cierta resistencia Bernard la extiende a ella.
Después
de la plática, Bernard viaja hacia Santa Fe para comunicarse con el Interventor
Su Fordería Mustafá Mond con respecto a los permisos para regresar al estado
con el salvaje, argumenta que puede ser un objeto de estudio para los
encargados de las investigaciones. Su Fordería está de acuerdo
con el proyecto, y le menciona que
los trámites para los permisos ya se están arreglando, y que en poco tiempo
podrán venir.
Por
otro lado, John se queda en la hospedería de Malpaís al igual que Lenina.
Lenina se había tomado unas cuantas pastillas de soma, y se había preparado
para dormir una siesta con el objetivo de recuperarse de lo visto el día
anterior. Durante su sueño, John la estuvo viendo, admirándola, y recitando uno
que otro verso que se le ocurría; hasta que oyó un zumbido, que correspondía al
helicóptero, y escapó de la habitación afanosamente.
Cuando
llegó el helicóptero, Bernard, John, Lenina y Linda se dirigieron a Londres.
Londres
lucía exactamente como lo habían dejado, el ambiente estaba repleto de
sofisticadas tecnologías, se levantaban enormes edificios y los habitantes
felices cumplían con todos sus labores. En Centro de Incubación y
Condicionamiento de la Central de Londres, en la Sala de Predestinación Social
los Epsilones crecían controlados con sustancias extrañas y venenosas. En la
Sala de Decantación, los niños eran sacados de los frascos que los contenían y
expuestos por primera vez al mundo.
Pronto
apareció la figura de Bernard Marx y se presentó a Thomas, director de
Incubación y Condicionamiento. Ante tal aparición y anunciando que el
comportamiento de Marx no era el que debería tener, que era un heterodoxo y que
era un enemigo de la sociedad; Thomas anunció su despido.
Sin
embargo, Bernard se defendió argumentando que tenía algo que mostrarle; y
llamando a Linda, hizo que el director de Incubación y Condicionamiento quedará
totalmente consternado. Aún más lo estaría cuando se enteraría que Linda había
estado embarazada y le había dado un hijo. John, el salvaje, su hijo, se acercó
a él y se arrodilló a sus pies. El suceso fue demasiado para Thomas, salió
corriendo de la sala y, posteriormente, se supo que demitió de su puesto de trabajo.
La
llegada del salvaje al Estado Mundial hizo muy famoso a Bernard, aprovechando
que las personas querían conocer a John. Bernard experimentó un cambio radical
en su vida, de pasar a una persona que criticaba a la sociedad a una que
aceptaba y hasta la defendía. Las mujeres deseaban salir con Marx, porque era
una manera de conocer más del nuevo visitante. Las conquistas comenzaron a
sumarse diariamente, las cantidades de soma que usaba constituían gigantescos
montones de droga, la libertad que se
tomaba representaba hasta demasiado en Un mundo feliz.
Por
otra parte, Linda había decidido volver a lo que ella alguna vez consideró como
su vida, recurrió para ello al consumo excesivo de
soma, a pesar de las recomendaciones de su hijo y el doctor Shaw.
Con
respecto a su Fordería Mustafá Mond, el conocimiento de que Marx había
comenzado a creerse verdaderamente un individuo importante e indispensable en
el orden, lo enojo mucho.
Lenina,
a petición de Bernard, había planeado una cita con John para ir a ver una
película en el sensorama. La película trataba sobre una escena de rapto de una mujer Beta-Más por
parte un negro condicionado que había sufrido un accidente y por tal motivo su
comportamiento se había afectado. Al final, la joven es rescatada por un grupo
de jóvenes Alfas que, más tarde, se convierten en sus amantes. Esta trama no le
gusto al salvaje, así que se lo expresó a Lenina. La reacción extraña de John
le sorprendió y lo comparó con Bernard. Y aunque intentó conquistarlo, no
consiguió nada con él.
Sin
embargo, el gran éxito de Bernard no
llegó demasiado lejos porque durante una reunión en la que había invitado a
reconocidas figuras y grandes personajes, incluyendo al Archi chantre Comunal
de Canterbury, John decidió no presentarse. Esto ocasionó que todos los
presentes lo consideraran como un traidor, porque había usado al salvaje para
obtener popularidad y fama en su entorno. Bernard insistió hasta el último
momento para que saliera, pero la respuesta fue siempre no; lo que hubiese sido
uno de los momentos más grandiosos y excelsos de su existencia se convirtió en
un montón de desprecios y miserias.
Linda,
que también había asistido a la fiesta, tampoco no salió con ningún hombre de
la velada; se sentía comprometida de alguna manera con John.
Más
tarde, Mr. Helmholtz Watson, se reunió con Bernard y John. Les contó que,
debido a la publicación de una obra que había sido censurada por contenido
inapropiado, estaba amenazado de ser enviado a alguna isla como Islandia.
Watson entabló una relación de mutua amistad, por sus similares ideologías y actitudes, con el salvaje.
Esta relación no le agradó a Marx, y su recelo aumento cada vez más.
Lenina
estaba realmente interesada por John, no entendía porque él no quería estar con
ella. Sabía que le gustaba, porque siempre la estaba mirando de manera sigilosa
y, cuando ella se daba cuenta, volteaba la cabeza y la ignoraba. Mientras
conversaba con una de sus amigas, Fanny, le explicó su situación; Fanny le recomendó
que debería hacer todo lo posible para obtener lo que quisiera. Debía hacer
todo sin importar las razones e impedimentos que pusiera John, el salvaje, para
evitarlo.
Así,
pues, Lenina se decidió ir a donde estaba John. Este le abrió la puerta,
inconsciente de las intenciones que tenía ella; venía vestida de una manera
extraña, su intención era provocar una reacción en John. Sin embargo, el
salvaje no hizo otra cosa que invitarla a pasar. Ya en el interior Lenina le
declaró todos sus sentimientos y sus deseos; John, también, fervorosamente le
expuso los suyos. La diferencia entre sus sentimientos era clara, Lenina estaba
impulsada por la pasión y John, aunque no era exento de la pasión, su camino
era dirigido por el amor.
Haciendo,
pues, caso a sus sentimientos, Lenina comenzó a abrazarlo y besarlo. Su
aspecto, al cabo de unos cuantos movimientos rápidos, era el mismo que el que
había tenido cuando recién había nacido. John no lo soportaría, la empujó,
trató de deshacerse de su presencia sin importar ninguna cosa.
Ella
asustada se escondió dentro de un cuarto; intentaba salir pero no lo conseguía,
pues, la estaba vigilando. Finalmente, una llamada realizada a John acerca de
que su madre estaba en una mala condición, le permitió escapar.
La
llamada condujo a John hacia el Hospital de Moribundos de Park Lane, edificio
de unas setenta plantas adecuadamente
decorado; específicamente a la sala 81 del séptimo piso, en donde se encontraba
ya agonizante su madre.
Por
todos los lados se veían filas larguísimas de camas con jóvenes personas, pero
que en su interior estaban lentamente muriendo. En la número 20, sin embargo,
una persona moría y no era joven, esa persona era Linda. Aún a pesar de las
preguntas que hiciera el salvaje la contestación iba a hacer siempre la misma:
Linda estaba condenada, no había solución. Pero al fin y al cabo, eso ero lo
normal; todo el mundo estaba condicionado para acepar la muerte y no verla
como algo malo sino como un simple proceso común a todos
los individuos. Hasta los niños comenzaban a ver a la muerte como algo
cotidiano, por aquí y por allá pasaban jugando grupos de niños; ora saltando
por las camas, ora molestando a los enfermos, ora corriendo. Empero, John no
era una persona del Otro lugar, el pertenecía a Malpaís, para él la muerte
tiene tanto de misterio como de simpleza; tiene tanto de dolor como de alivio;
tanto de locura como de apatía; tanto de desesperación y desesperanza como de
acción y pasión. Linda, su madre, estaba ahí, postrada, ya casi muerta. Intentó
que le reconociese, pero no lo consiguió; una y otra vez su figura se mezclaba
con la de Popé. Ese maldito de Popé, pensaba John. Lo odiaba realmente, odiaba
que estuviese con su madre; aun cuando eso era como se comportaba la gente
civilizada. Le importaba nada lo que fuera civilizado o salvaje; madre, gritó,
y la sacudía fuertemente en un último intento desesperado por hacer que lo
reconozca. Fue inútil, el exiguo respiro que lanzó Linda fue señal de su
muerte. Luego, nada más; solo sombras en el corazón de un hombre que no sabe
ciertamente lo que sucede. Niños se acercan ¿A molestar? John los empuja, este
es su sufrimiento.
Lo
único que podía hacer era revelarse contra toda la sociedad que estaba
construida. Sociedad que había destruido a su madre, que había limitado la
libertad a so pretexto de su felicidad. Se dirigió lentamente hacia la sala
principal, por cualquier lado podía observar las mismas caras, los mismos
rostros, y sentía la misma repugnancia. ¡Oh, maravilloso nuevo mundo! Aun las
palabras que había dicho hace poco retumbaban en su mente, pero ahora de una
forma sarcástica. Tenía un objetivo muy claro, liberarlos de las cadenas que
habían aprisionado a los habitantes del Estado Mundial. Se decidió exponer sus
razones, a obligarlos a hacerle caso sin ninguna objeción.
Arrojó
en el momento menos pensado una caja completa de soma que estaba siendo
repartido para los trabajadores del hospital. Logró con esto conseguir su
atención. Ellos habían dado su decencia, su libertad, sus valores y creencias a
cambio de nada. Sus dificultades se arreglaban con soma, un veneno que les
acortaba su vida. Estaba en un paroxismo de claridad, la multitud en un
paroxismo de furia.
Una
llamada, sin embargo, alertó a Helmholtz Watson y a Bernard Marx, que acudieron
lo más rápido que pusieron al lugar donde se desarrollaban los incidentes.
Helmholtz, cuando llegó y vio lo que estaba haciendo John, y el riesgo que corría, fue a su auxilio.
Luchó, golpeó, y se abrió espacio a la fuerza. Marx, no era tan
valiente como Watson, pero sus intenciones, aun así, eran las mismas.
Afortunadamente, la policía llegó a tiempo y pudo controlar la situación. La
revuelta acabó con el apresamiento de los revoltosos.
Fueron
llevados al despacho de Su Fordería Mustafá Mond, Bernard había escogido el
peor asiento que pudo encontrar para aplacar la ira del interventor. John, en
cambio, se había decidido enfrentar o, al menos, permanecer impasible ante todo
interrogatorio; sin embargo, al final, se había decidido a decir la verdad. Y así
lo dijo, aceptó que no le gustaba la sociedad. Y le expresó sus razones a Su
Fordería. El interventor le explicó que sería imposible construir una sociedad
distinta que sea capaz de mantener su estabilidad; las personas eran libres de
gozar de todo, no tenían restricciones, no sufrirían; las enfermedades no
existían; todos tenían un papel fundamental, no había necesidad de algunos
trabajos pero eran necesarios para evitar cambios; y, en cuanto a los libros,
no los entenderían ¿Quién entendería a Shakespeare?, era la idea que vagaba por el
ambiente de discusión. Finalmente, Su Fordería decidió enviar a Bernard y a
Helmholtz a Islandia, aunque Watson prefirió ir a la isla Falkland.
La discusión después continuó entre el interventor y el salvaje.
John no estaba de acuerdo como era la construcción del Estado Mundial, le
refirió que él creía que todos debían de ser guiados por sus decisiones. Se
prosiguió con la problemática de la religión, que hace tiempo existía algo que
se conocía como Dios, este Dios representaba un ejemplo para el comportamiento de todas
las personas. Su Fordería Mustafá Mond defendía que el olvido de las antiguas
creencias e ideas permitía a las personas vivir felices; John, era defensor de
la creencia de que el camino labrado por la religión era el más efectivo.
Al final, Marx y Helmholtz fueron enviados a las
islas Falkland, y aunque John, el salvaje, decidió ir con ellos. El interventor
optó por no permitírselo. Su desesperación y el sufrimiento lo llevaron a
aislarse de la sociedad y a huir a un
faro abandonado. Mientras estaba allí, representaba actos cruentos como
represaría y castigo por su actitud con su madre y
los demás. En este momento, un paparazzi lo grabó, y posteriormente presentó la
cinta como unan nueva película. Esta lo hizo famoso, y atrajeron a muchas
personas. También, estaba Lenina. En un acto desenfrenado, el salvaje la ataca,
y se entrega a una orgía entre todos los que se hallaban.
Al día siguiente, John, devastado por sus acciones, se suicida.
Comentario personal
La historia que plantea Huxley me parece que
es muy cercana a nosotros, nos muestra lo que en cierto sentido podría
suceder, o está sucediendo. La realidad es que cada vez nos olvidamos de
nuestras creencias, y nos guiamos paulatinamente por los estímulos externos. La publicidad, los medios de comunicación masiva
y, en algunas ocasiones la presión por determinados grupos, establece la manera en cómo nos
comportamos. Los jóvenes individuos tienen un comportamiento más libertino, se
alejan del concepto del respeto y otros valores. Los asuntos
políticos, económicos y culturales son de importancia menor para la población, las grandes
potencias se expanden y se empeñan en conseguir un dominio total. Es posible, quizás, sin
embargo, que lo que se plantea no llegue a suceder nunca. Pero, aun con todo;
hay una influencia inconsciente, un deseo casi innato, de ser
"feliz". Lo que sea la felicidad será difícil de definir, puede que
se obtenga con una especie de vida hedonista o, también, puede que se la
alcance de manera estoica. El salvaje es, al final, nadie más que nosotros
mismos, representa el presente. La duda vacilante entre lo que es correcto y lo
incorrecto, lo que desea y lo que debe hacer, lo que es y lo que no es; su
razón queda perpleja ante la barbarie del pasado y la locura del futuro. Y, pues,
entonces, no queda otra elección: o un Malpaís o Un mundo feliz, de cualquier
forma en ambos va a ser feliz.
Bibliografía
Huxley, A., & Hernani, M. (1985). Nueva visita a un mundo
feliz.
Huxley, A., Hernández, R., & Etxebarria, L. (2000). Un mundo
feliz.
Huxley, A., Hernández, R., & Hernani, M. (2012). Un mundo
feliz: y Nueva visita a un mundo feliz.
Silver, L. (2000). Vuelta al Edén más allá de la clonación en un
mundo feliz. Persona y
Bioética.
Enlace monografía del mundo feliz de aldous huxley
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