Julio Anguita:
"Sin la República, no habrá solución a la crisis ni hoy ni mañana"
El ex coordinador de IU y ex secretario
general del PCE, ponente de la Conferencia Republicana que hoy celebra el PCE,
defiende un nuevo "proceso constituyente"
JUANMA
ROMERO
Es un “antisistema”. Un dirigente “clásico” que ama la
palabra y desdeña el “maridaje perverso de política y medios de comunicación”,
que reduce el debate al show, “a las candilejas”.
Julio Anguita González
(Málaga, 1941), ex líder de Izquierda Unida (1989-2000) y del Partido Comunista
de España (1988-1998), diserta sobre su “desencanto” de la política y sus ganas
de cambiarla en torno a los posos de un café en la cervecería Cruz Verde de
Córdoba, para luego trasladar la charla unos metros más allá, a su casa, a su
estudio poblado de libros y frente a su ordenador. Cae la noche en la ciudad.
Son las horas en las que concentra su trabajo, después de su sesión diaria en
el gimnasio (hace natación), la compra, la partida de dominó, la siesta.
Escribe artículos, participa en debates en televisión y prepara dos libros. Uno
sobre IU. Otro sobre la Tercera República, el tema que le ha devuelto a la
actualidad. El secretario general del PCE, José Luis Centella, le encargó que
dirigiese la ponencia de
la Conferencia Republicana.
Lo hizo. Y hoy sábado se discutirá su texto en Madrid.
En estos años,
Anguita apenas ha cambiado. Físicamente, sigue ágil. Y, como se ve en la segunda parte de esta entrevista, en
su mensaje político emerge sin tapujos su teoría de las dos orillas, aquella
con la que imprimió la línea de IU en los noventa, en plena debacle del
socialismo y que, a la postre, llevaría a la federación a una terrible derrota
en 1999 y en 2000 –ya con Francisco Frutos de candidato–, cuando cayó de 21
diputados a sólo ocho. Ahora se encuentra embarcado en su proyecto de
República, la única valla que podría parar esta "obra sin sentido de la
política actual, con las instituciones deshilachadas" y una sociedad
"anómica". Hay que acabar con la "trinidad del
capitalismo", insiste unay otra vez: el mercado, la competitividad y el
crecimiento sostenido.
Cuando usted y el líder del PCE presentaron el 4 de noviembre en Madrid la Conferencia Republicana,
insistían en que ahora hay que hablar de República, “con la que está cayendo”.
Justo con esta crisis, ¿cómo van a entender los ciudadanos que se hable de
ella?
"Faltan
millones de republicanos que para el saneamiento moral y político de la
sociedad"
En un primer impacto, con todos los problemas que hay, sí podría sonar extraño. Pero yo ya en la fiesta del PCE de septiembre de 1996 ya advertía de que la Constitución no se había cumplido. Y según ha pasado el tiempo, la ruptura es más clara. El partido ha visto que había que dar contenido a ese revival republicano: la memoria histórica, la búsqueda de alternativas, el recuerdo de la II República. ¿Por qué? La Transición se ha agotado víctima de sus fracasos, devino en lo que en principio fue, una Restauración borbónica, exactamente igual a cuando Antonio Cánovas, en 1874, propicia la vuelta de Alfonso XII. La Transición no fue más que la Restauración de la monarquía expulsada por segunda vez en España.
Hoy la Constitución suena a cachondeo. Ni
los partidos se la creen. Hay que dar respuestas a lo que llamo crisis de
civilización, que no es sólo económica y financiera, sino medioambiental,
alimentaria, ética, política, total. Y sólo es posible si la ciudadanía
participa en política a través de un proyecto que la implica. España necesita a
millones de hombres y mujeres republicanos que asuman esa tarea de saneamiento
político y moral de la sociedad, que ejerzan de ciudadanos, con derechos y
deberes. Ahora, hemos vertebrado el mensaje republicano en dos ideas –la
declaración de Derechos Humanos de la ONU y la Carta
de la Tierra de 2000– y una pregunta: ¿la economía está dentro
de la biosfera o a la inversa? La respuesta republicana es que está dentro de
la biosfera y se tiene que supeditar a la defensa de los equilibrios del
planeta y al interés general. La economía no puede proyectar una sociedad, no
es una ciencia de fines, ha de obedecer los objetivos que le marque el
colectivo. Es como cuando a un arquitecto le encargas una casa: él la hace,
pero tú le dices por dónde ha de hacerla. Claro que lo que digo va en contra de
lo que existe. Obviamente.
¿Es
una revolución?
"Hoy
la Constitución suena a cachondeo. Ni los partidos se la creen ya"
La
palabra revolución no me da miedo. A la gente hay que explicarle que en España
hemos hecho muchas revoluciones y no nos hemos dado cuenta: la libertad en la
elección de pareja, las bodas homosexuales... Ahora hay que llegar a la madre
de todas las revoluciones: la igualdad, y se ha de partir de la igualdad
económica. No me interesa una República que no haga que la riqueza esté al
alcance de todos y cumpla los derechos humanos. Luego está la cuestión del rey.
Se merece críticas durísimas, pero es algo secundario. Si no tenemos en cuenta
lo anterior, tendríamos una República coronada, y eso es lo mismo.
Insisto,
¿la República es lo que necesita una España en crisis?
La
pregunta es sencilla. Ustedes, compatriotas, ¿creen que esto tiene solución?
No, no la tiene en absoluto. Ni hoy, ni mañana, ni pasado. Esto es un proceso
de decadencia sin solución. Es un problema de estructura. ¿Y cómo se llega a la
República? ¿Podemos llegar a ella desde lo que tenemos, de una forma suave? No,
no lo veo. Hablamos de un proceso constituyente...
Pero
la Constitución habla de un consenso previo, después la disolución de las
Cortes, elecciones, un referéndum...
¿Cómo
se construye ese proyecto sin pasar por las instituciones?
Si se
hace de abajo arriba, si se crea esa identidad, llegará un momento en el que
aumentará el voto en blanco, o se exija un referéndum, o se actúe en los
ayuntamientos. Acabará invalidándose la actual legislación.
¿Acaso existe ya esa ebullición?
No, en
absoluto. Por eso el PCE pretende ponerlo en marcha. Debe ser desde ya la
actividad del partido, y no una más. Porque no descarto que en 15 ó 20 años nos
hallásemos con una República conservadora, distinta a ésta...
Llegará un día en el que crezca el voto en blanco, se exija
un referéndum... y la legislación quedará invalidada"
Luego
su modelo sí es una República de izquierdas, aunque se nieguen a darle ese
adjetivo.
Desde
la Revolución Francesa, la cosa está muy clara: la radicalida democrática
estuvo del lado de los jacobinos. La etapa thermidoriana [1794-1795] fue más
conservadora. Nosotros planteamos una República democrática. Y democracia es
igualdad, pleno empleo... ¿Eso es de izquierdas? No, es democracia consecuente.
Si se hubiera aplicado íntegra la carta de Derechos Humanos, el mundo habría
cambiado. Igual que la Constitución.
¿No
excluyen a la derecha?
Es el
proyecto que objetivamente conviene a la mayoría, pero esto se resuelve
votando. Pero no estoy de acuerdo con una República en la que una minoría la
vacíe de contenido. Ésta es una condición sine qua non para nuestro proyecto.
Por otro lado, ya la derecha ganó unos comicios en la II República [los de
1933]. Este país ya ha tenido demasiados consensos, y hay aspectos en los que
es imposible un consenso. No vamos a repetir los vicios de la Transición.
Quitar
al rey, dice, es secundario. Inevitablemente, cuando uno piensa en República,
piensa en la caída del monarca. ¿Cómo hacerla? Haría falta un consenso
PSOE-PP...
¡No
vamos por ahí, no entramos en ese camino! El mecanismo previsto en la
Constitución no me interesa. Si se plantease llegar a la República por esa vía,
sería un suicidio.
"Con un proceso de abajo arriba, el rey cae. Pero el antimonarquismo no es en sí republicano"
Con un
proceso de abajo arriba, el monarca cae. El rey Juan Carlos no es un dechado de
perfecciones, aunque la prensa le haya protegido en exceso, culpablemente. No
hablo de referéndum. Hablo de un proceso constituyente de la sociedad,
totalmente al margen –no digo contra– del aparato del Estado. Pero República no
es que en vez de rey haya un presidente. Para mí el concepto República está
ligado a un contenido: igualdad social, democracia, ética, libertad, y eso es
incompatible con la presencia de un soberano.
El
antimonarquismo no es en sí republicano. Y decir que uno es republicano, pero
juancarlista, es una estafa intelectual, producto de un miedo vergonzante. Si
esto fuese un juego de ajedrez, no empezaría buscando el jaque al rey. Eso
vendría después.
Por
tanto, ¿no hay modelo fuera en el que fijarse? Francia o Alemania son
repúblicas, y ambas sufren crisis.
En
Francia hubo una revolución que nunca hubo aquí. Somos un país que nunca ha
hecho las transformaciones, porque todos los cambios económicos y sociales los
han promocionado las minorías. Se nos han regalado las libertades, no las hemos
conquistado. Las dos repúblicas se las tuvieron que ver con los poderes
fácticos de la España eterna: capitalismo, oligarquíe e Iglesia. Ambas se
vieron presas de una tenaza: la gente quería que se resolvieran de inmediato
los problemas sociales que venían de la noche de los tiempos. Ambas eran
débiles. Por eso el PCE se basa en las lecciones de la historia y promueve un
proceso constituyente, para que la República debe ser querida, asumida y traída
por los ciudadanos.
"La
República debe ser querida, asumida y traída por los ciudadanos"
¿La
influencia del movimiento de la memoria histórica ha sido positiva?
Está
abigarrado, atomizado. Está muy bien recordar la II República como referente,
pero hay que hablar de una República para el siglo XXI, justo para que la
sangre de los que murieron por la República tenga sentido. Ya está bien de
nostalgias. Y ahora, discutamos qué República queremos. Yo propongo esta
definición de democracia: un convenio permanente entrer seres libres e iguales
para convenir permanentemente.
Para
que esa sangre de los que murieron tenga sentido, ¿de qué errores de la II
República hay que aprender hoy, en 2010?
Muchas
cosas. No subestimar al adversario, al Ejército, a la Iglesia, que hoy está en
una relación fuera de toda ética política desde 1979, viviendo de los
Presupuestos del Estado de forma indecorosa.
No se marca un horizonte
temporal, pero
en la presentación de la Conferencia apuntaba que el proceso sería difícil y
largo.
"Cuando
los Pactos de la Moncloa no se cumplieron, debimos haber salido a la calle, a
la tensión"
Esto
es un proceso en una pizarra, pero yo sé que la historia pega saltos, que cayó
Grecia, cayó Irlanda y la situación del euro es muy difícil... No sé qué va a
pasar, porque aquí la contestación social no tiene mucho que ver como la vista
en Francia. Pero se está llegando a situaciones en la que gente tendrá que
responder o hacer como los numantinos, matarse. ¿Hasta cuándo van a aguantar
los ciudadanos?
También
comentó que no era el tiempo de echar la vista atrás. Pero, ¿fue un error que
el PCE, liderado entonces por Santiago Carrillo, aceptase la Corona en 1977?
No me
gusta hacer suposiciones sobre situaciones que no viví directamente, porque yo
era en aquellos años un dirigente provincial del partido. Pero, evidentemente,
nos sorprendió mucho esa decisión de que el PCE aceptara la Corona. Sin
embargo, una vez que se rompió la unidad de la izquierda –y no la provocó el
PCE–, todos los partidos actuaron con oportunismo, al grito de sálvese quien
pueda. El PSOE, cuando le legalizaron, no puso como condición que legalizaran
al PCE. Y nosotros también tuvimos que poner como condición que legalizaran a
otros partidos que supuestamente estaban a nuestra izquierda.
Puedo
entender esa cesión, pero cuando no se cumplieron los Pactos de la Moncloa [de
1977], debimos haber salido a la calle, haber retomado el camino de tensión
social. El Ejército, sin Franco y sin una Guerra Civil, no era el problema,
como se vio después [el 23-F]. Sé que durante dos meses pudo haber sido el
problema, pero los militares habrían acabado cuadrándose ante los banqueros.
Nosotros hicimos virtud de la necesidad, pero al final nos convertimos en un
monasterio de virtuosos. Nos pasamos.
-Julio Anguita: IU, el PCE
y la situación de la izquierda (segunda parte de la entrevista)
WEB DEL PARTIDO COMUNISTA DE ESPAÑA
WEB DE LA UNIÓN GENERAL DE LOS TRABAJADORES UGT
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