Decía Rommy Schneider, la famosa actriz, que podía
interpretar un papel de fascista en una película antifascista, pero que nunca
haría el papel de una antifascista en una película fascista. En Madrid, Isabel
Díaz Ayuso ha dicho que quiere hacer de fascista en una película fascista y
por eso, quiere gobernar Madrid con VOX. Hemos visto lo que ha pasado con Trump
en EEUU, con Orban en Hungría, con Jaroslaw Kaczynski en Polonia. El PP
ha dado un salto: Madrid, democracia o fascismo. Y no nos engañemos: el
fascismo en el siglo XXI tiene el mismo fondo aunque trajes diferentes.
VOX es el partido que exigió que se
rompiera la placa a los republicanos fusilados en la tapia del cementerio de la
Almudena, el que insultó a las 13 Rosas, el que promociona que se vandalicen
estatuas y murales de la gente que trajo a España la democracia, el que
prefiere los gobiernos del asesino Franco, que mató a 200.000 españoles, al
gobiernos actual de la democracia.
Podemos nació del 15M. Nació sin pedirle
dinero a los bancos, contando con la emoción de mucha gente que pensó que
España iba a cambiar radicalmente porque todo estaba demasiado podrido
Por cierto, el gobierno al que ayudó a
Hitler a ganar la guerra y que ayudó a Hitler en el Holocausto. Casi 10.000
Españoles acabaron solo en el campo de concentración de Mauthausen. Murieron
4427. Porque el Gobierno de Franco dijo, después de una reunión de Serrano
Suñer con Hitler, que el lugar de los republicanos españoles era los campos de
la muerte.
Podemos nació del 15M. Nació sin pedirle
dinero a los bancos, contando con la emoción de mucha gente que pensó que
España iba a cambiar radicalmente porque todo estaba demasiado podrido. En los
procesos de cambio, es más fácil señalar lo que no funciona que cambiarlo. En
la lucha hay épica, pero en la gestión la épica se llama eficiencia. La
eficiencia mejora la vida de la gente, pero brilla menos.
Nació Podemos y se activaron las cláusulas
de alarma de las élites. Empezó una campaña de descrédito, se fomentaron
divisiones internas, la guerra jurídica empezó a hacer mella, se articuló una
policía política para inventar pruebas, se puso el aparato del Estado al
servicio del acoso de Podemos y los medios de comunicación multiplicaron las
mentiras hasta que parecieran una verdad.
Sin embargo, Podemos, sin pedir dinero a
los bancos, echó a Mariano Rajoy de la Moncloa y entró en el Gobierno de
España.
Hoy, Pablo Iglesias ha dicho que deja el
Gobierno y va a dar la batalla en Madrid. Porque Madrid es hoy el laboratorio
de la extrema derecha que puede volver a vaciar la democracia. Por eso ha
expulsado a Casado y se ha erigido como la enemiga del Gobierno de coalición.
ERTES, 7000 millones de ayudas a PYMES y Autónomos, salario mínimo, lucha
contra la violencia de género, presupuestos generales aprobados, Ingreso Mínimo
Vital, compromiso con las pensiones, ley de alquileres... El Vicepresidente
Iglesias deja el Gobierno encarrilado. Y demuestra que hay banquillo. Y que ese
banquillo está lleno de mujeres.
Isabel Díaz Ayuso, en entrevista con Ana Rosa
Quintana, ha dicho que si te llaman fascista es que lo estás haciendo bien, que
estás en lado bueno de la historia . Es decir, al lado de los kapos en
los campos de concentración, al lado de los que fusilaban al amanecer, de los
que rapaban el pelo a las mujeres y las ejecutaban por tener genes
republicanos. Al lado de todas esas cosas que hacen que todavía no
sepamos dónde está enterrado Federico García Lorca. No puede ser verdad que
Ayuso, pese a su desmesura, se crea esas cosas. Pero no tiene problemas en
decirlas. Luego nos extrañamos que haya militares retirados que quieran fusilar
a 26 millones de españoles.
Podemos nació como una fuerza política
diferente, no profesional, unida al pueblo. En un momento en donde la basura
desborda las alcantarillas en la sede de Ciudadanos y la sede embargada del PP,
Pablo Iglesias deja la gloria de la Vicepresidencia para bajar al barro de los
territorios.
Es verdad que hemos visto que la gente de
Podemos puede estar en puestos de dirección o en la base. Doy fe de ello.
Iglesias ha entendido que la pelea que él puede dar es ahora más relevante en
Madrid, para frenar el ejército de caminantes blancos que Ayuso y
Monasterio. Una pelea antifascista y a favor de la democracia.
Además ha apelado a la unidad. Porque
Podemos ya hizo el esfuerzo en 2015 para juntar a toda la izquierda madrileña.
Tan es así, que yo, que era el candidato a la alcaldía, me retiré porque pensé
que Carmena sumaría más. A lo mejor por eso, de vez en cuando me hacen
cacerías. Pero hace tiempo que se me quitó el miedo.
Iglesias, con el que comparto estar en la
vida sin tener miedo, hizo el esfuerzo por la unidad hace seis años y ahora
vuelve ahora a tender la mano. Desde la generosidad y con la misma intensidad
desde el compromiso de quien sabe que hay que pararles los pies a los que no
respetan a la democracia. Desde el lugar de quien escoge el lado de la historia
donde estar.
Podemos ha vuelto a hacerlo. Otra vez
vuelve a dictar el libreto de la regeneración de la política.
Hacía mucho que no veía tantas ganas de
volver a las calles, de apuntarse de apoderados, de colaborar en la campaña.
Así que, otra vez, nos vemos en las calles.
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