Prólogo de Manuel Vazquéz Montalbán
«Cuando escribí Pasionaria y los siete enanitos tuve ocasión de reencontrarme con una de las figuras más fascinantes del movimiento comunista español, Jesús Monzón. [?] El navarro es un hombre que impresiona por su seguridad y saber hacer [?]. Manuel Azcárate lo recuerda como un dirigente que sabe escuchar y que considera las diversas hipótesis sin tabúes o estrecheces mentales [?]. En 1939, abandona España en el mismo avión que Pasionaria y [?] es ungido por ella en Francia y España para llevar adelante la política de Unión Nacional.
Jesús Monzón era el personaje barojiano idóneo para poner en marcha un invento conspiratorio que se atribuye muy principalmente a Dolores. Manuel Azcárate en Derrotas y Esperanzas, memorias publicadas en 1994, califica de «impresionante» la obra realizada por Monzón en la Francia de Petain durante los primeros años de la postguerra española, ya que casi de la nada o del muy poco había conseguido crear una organización de miles de personas.
Aquellos atletas morales que hicieron posible la vanguardia republicana y la vanguardia de la resistencia son hasta ahora lo mejor que ha engendrado el pueblo español en el siglo XX y Jesús Monzón merece un lugar de excepción en tan espléndido frontis.»
Del «prólogo» de Manuel Vázquez Montalbán
«Cuando escribí Pasionaria y los siete enanitos tuve ocasión de reencontrarme con una de las figuras más fascinantes del movimiento comunista español, Jesús Monzón. [?] El navarro es un hombre que impresiona por su seguridad y saber hacer [?]. Manuel Azcárate lo recuerda como un dirigente que sabe escuchar y que considera las diversas hipótesis sin tabúes o estrecheces mentales [?]. En 1939, abandona España en el mismo avión que Pasionaria y [?] es ungido por ella en Francia y España para llevar adelante la política de Unión Nacional.
Jesús Monzón era el personaje barojiano idóneo para poner en marcha un invento conspiratorio que se atribuye muy principalmente a Dolores. Manuel Azcárate en Derrotas y Esperanzas, memorias publicadas en 1994, califica de «impresionante» la obra realizada por Monzón en la Francia de Petain durante los primeros años de la postguerra española, ya que casi de la nada o del muy poco había conseguido crear una organización de miles de personas.
Aquellos atletas morales que hicieron posible la vanguardia republicana y la vanguardia de la resistencia son hasta ahora lo mejor que ha engendrado el pueblo español en el siglo XX y Jesús Monzón merece un lugar de excepción en tan espléndido frontis.»
Del «prólogo» de Manuel Vázquez Montalbán
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